Durante la visita a Tetela de
Ocampo del candidato a diputado federal por el distrito 2, se pudo observar la
maquinaria proselitista priista que éste partido desarrolló y perfeccionó a lo
largo de sus 71 años de gobierno-dictadura, que es capaz de movilizar y convencer
a masas haciendo uso de arcaicos pero efectivos trucos propagandísticos.
Independientemente de la
retórica utilizada por sus simpáticos oradores y de las cubetas,
machetes, lapiceros membretados; parte del arroz, barbacoa y refresco; para que su poder de persuasión sea efectivo, son
necesarios 4 pilares básicos:
Demagogia, populismo, ignorancia
y pobreza.
Es bien sabido que con tan
solo la ignorancia es suficiente para someter mentes, pero si le sumamos al
coctel un poco de necesidad económica por un lado, y por otro, mucha demagogia
y mucho populismo (para lo cual es necesario mucho capital) se obtienen masas
bien adoctrinadas y serviles.
Estos elementos son mucho más
sencillos de combinar en los pueblos, en las pequeñas comunidades o en las
periferias de las ciudades del tercer mundo, donde la pobreza y la ignorancia
abundan y donde se tiene un público maleable a placer si se sabe cómo hablarle,
cómo actuarle…cómo usarlo.
Al preguntar a algunos
asistentes al evento al comienzo mencionado (que no fueran miembros partidistas
por supuesto), ¿cómo es que se habían enterado? Me respondieron que militantes
del monopólico partido fueron hasta sus comunidades a avisarles del acontecimiento.
La gente ya está bien adoctrinada, sabe que si va, después de algunos aburridos
discursos y de unos cuantos cumplidos habrá comida y regalos. Por ejemplo la
gente que vitoreaba sin razón cuando el orador decía, palabras más palabras
menos: “Tetela ha progresado ha crecido y por lo tanto la federación le asigna
menos recursos del ramo 33”
Cuando pregunte a la gente mientras
comían su “aperitivo” (como lo llamó uno de los oradores) y mientras acomodaban
dentro de su cubeta nueva sus demás regalos, si conocían mas candidatos, que si
habían escuchado otras propuestas o que si les interesaría hacerlo, la
respuesta era clara: no. El tono de sus respuestas y su lenguaje corporal me
hacían sentir como si fuera algún predicador de una religión o secta extraña que
les hablaba de coas que no eran de Dios; que no eran del PRI.
En los previsibles y
aplaudidos discursos de éste tipo de eventos, se hablará, se prometerá y se presumirá
de muchas cosas, pero de entre las palabras que surten mas efecto y que son mas
efectivas está “progreso”. De manera general
y ambigua se habla de él y se entiende cómo el llegar a un estado mejor al
actual, no se sabe si económico, de educación, salud, trabajo, legalidad o todo
eso y más. Nunca se dice que ha evitado dicho progreso, no se habla de cortar cabezas, no se dice cómo ni cuando.
Si el objetivo práctico de los
discursos de estos predicadores del progreso fuera legítimo, es decir, si se pudiera
traducir en futuras políticas públicas reales y efectivas que detonen el
desarrollo y progreso de las comunidades a las que les hablan, éstos métodos y
eventos proselitistas tendrían cada vez
menos cabida y serían cada vez menos efectivos, como sucede en democracias
avanzadas, pues dos de los pilares mencionados, los que tienen que ver con los
ciudadanos directamente, desaparecerían: la ignorancia y la pobreza.
Y sin esto la gente comienza a
razonar, comparar, criticar y exigir. Y tanta demagogia, tanto populismo, tanto discurso y regalo serían
simples atentados contra la inteligencia de las personas y por tanto, por fin
caerían en el desuso.
Pero en México, aquí siguen más vigentes que nunca.
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