Una sola indignación
La crisis actual del Estado mexicano no se debe a un hecho aislado, no se
debe a la última muestra de podredumbre del aparato gubernamental, más bien es
la última gota de las gotas de agravios que ya hace mucho han derramado el
vaso. Aun así, hasta antes de la desaparición de los 43 estudiantes de la
normal rural de Ayotzinapa, el estatus quo tanto en la alta esfera política
como en las grandes masas permanecía inalterado, en beneficio de los primeros y
resignación sorda en los segundos.
Nuestro país es la antítesis de la democracia republicana en pos de la liberación
de la dominación, es el ejemplo viviente de la centenaria oligarquía
latinoamericana que aquí, después de la revolución comenzó a disfrazarse de
democracia, librándonos de dictaduras militares, pero no de dictaduras
aristocráticas y partidistas que han desarrollado una maquinaria de control igual
o más grande que aquellas militares; tanto que 88 años después sigue en pleno
funcionamiento esa famosa “dictadura perfecta” (Vargas
Llosa y la dictadura perfecta, 2010).
Eventos como el de Tlatelolco en 1968, el Halconazo de 1970, Aguas Blancas
en 1995, Acteal en 1997, Atenco en 2006, Guardería ABC en 2009, cuyas palabras clave
son asesinato, muerte y gobierno; no han sido resueltos y mucho menos ningún
alto funcionario ha sido condenado. A personajes de la élite política herederos
del régimen se les ha señalado y acusado legalmente de corrupción, malversación
de fondos, secuestro, hostigamiento, trata de personas y complicidad en
asesinatos activa o por omisión; pero el sistema al reconocerlos como sus hijos
los arropa, los protege y jamás les hace
daño.
Es un Estado incompleto y disfuncional cuyo acuerdo social es más bien el
acuerdo excluyente de las mayorías por parte de unos cuantos que irónicamente
asumen el poder con la mínima pero suficiente aprobación popular. El sistema institucional
mexicano, aquel diseñado para evitar la concentración de poder del gobierno, impedir el resurgimiento de regímenes absolutistas y para cimentar y
emparejar el terreno de la democracia y la ciudadanía, es inservible, no es más
que una figura retórica en el discurso a las masas de una cuasi monarquía que tiene
al Estado bajo su control.
México es la catorceava economía del mundo pero ocupa el puesto 123 de 160
en cuanto a inequidad en la distribución la riqueza; el hombre más rico del
mundo es mexicano pero nuestro país tiene casia a la mitad de su población en condiciones
de pobreza. La oligarquía en el poder, la alta burocracia mexicana, gana un
sueldo 25 veces más alto que el de un
trabajador formal promedio, cuando en Estados Unidos esta diferencia es de 2
veces más y en Canadá de una vez más (OECD &
IDB, 2014).
La
relación específica entre la riqueza generada en un país, y la capacidad de su
Estado para traducirla en un desarrollo
humano generalizado en la población, es vital. Si esta relación no es del todo
positiva, como el caso mexicano, vale la pena cuestionar entonces su entramado
institucional, el nivel de empoderamiento ciudadano que da como resultado que
poblaciones insatisfechas y con pocas probabilidades de mejora actual o
trans-generacional, no puedan desencadenar los cambios necesarios en su propio
ente gubernamental que parece estar conformado por élites alejadas de la
realidad de la mayoría de la población.
Al igual que en la colonia, la aristocracia mexicana vive en un mundo
aparte y al igual que entonces forma parte indisoluble del gobierno nacional,
del cual se nutre y a través del cual garantiza su perpetuidad. Mientras la élite gubernamental del país gana
un salario superior o cercano al promedio de las naciones más ricas del mundo, la
mitad de la población no tiene empleo
formal, tiene escasa educación o salarios y condiciones laborales precarias,
se mueve por calles en pésimo estado, tiene servicios de salud indignantes,
transporte y demás servicios públicos deplorables, y ni hablar de la “seguridad
pública”. La nobleza mexicana cuenta con el avión presidencial más caro del
mundo, gana más que la realeza española y tiene casas de 86 millones de pesos. En esa
alta esfera social y política se forman acuerdos millonarios (Goldman,
2014) y hombres más ricos del mundo, no por innovación e
iniciativa empresarial, sino por concesiones y acuerdos en su “capitalismo de
cuates” (Dresser, 2010) que estimula no la eficiencia y
competitividad, sino la ineficiencia, la tranza, los conectes, las palancas y la
politiquería como un estilo de vida.
La supervivencia del sistema político mexicano, “podrido hasta la medula” (Ackerman,
2014) es causa y efecto de la desarticulación social
que se mantiene por un lado a través de medidas de coerción directa como la
infiltración de grupos de choque a
manifestaciones pacíficas, la represión a través del uso de la fuerza, el
amedrentamiento o de plano la desaparición; y por otro, a través de la poderosa
herramienta de control que representa los medios masivos de comunicación,
principalmente la televisión, que se combina con la deficiente educación de la población y que
tiene el poder de determinar que es y que no es.
Esta televisión que para los mexicanos es
“motivo de orgullo” (Para
los mexicanos, Televisa es motivo de orgullo, 2014) además de inmiscuirse activamente en los
procesos políticos como “soldado” del régimen (Alcaraz,
1998: 113),
moldea el imaginario colectivo para arraigar un modelo social nefasto y
aún colonial, que no abona a la consolidación de la ya de por sí complicada
identidad mexicana, tan básica para la formación de ciudadanía, entendiendo a ésta entre otras cosas como “un tipo de igualdad básica asociada al concepto de pertenencia a
una comunidad” (PNUD en El
Colegio de México-IFE, 2014: 20).
Así, la mayoría de los
hogares mexicanos afirman estereotipos y roles sociales; reconocen el rol del
barón blanco occidental u occidentalizado como el exitoso y acaudalado, a las masas morenas,
mestizas e indígenas como serviles y resignadas; el gran medio establece
prototipos de belleza e incluso, al escasear entre el pueblo mexicano los
modelos buscados, los tiene que importar de Polonia, Cuba, Argentina, Rumania o España.
Desafortunadamente para el arcaico régimen, las nuevas tecnologías avanzan
rápido y hacen llegar a más gente la voz de medios alternativos de comunicación, que ante instituciones mancas y endebles, emergen como
herramienta básica de la esperanza ciudadana. El régimen está cada vez más
expuesto, no por los contrapesos institucionales republicanos, sino por la
labor de investigación e información de nuevos medios, y pese a que encuentra
maneras de adaptarse, día con día le es más complicado mantenerse fuera del
foco de las reflexiones populares.
La vieja maquinaria de control y manipulación ha sido echada a andar a máxima potencia
pero parece que ante este último agravio al pueblo, no da los resultados de
antes. Los discursos y medios de comunicación oficiales intentan minimizar los
hechos, se nos pide “superar” el caso Ayotzinapa (CNN, 2014) como si fuera una
eventualidad aislada; se nos ofrece en horario estelar una explicación
conmovedora pero poco creíble sobre la casa
blanca y los vínculos gubernamentales con el grupo Higa cerrando el caso de
manera oficial; se cancela súbitamente la licitación ganada por el grupo Higa para
la construcción del tren México-Querétaro que había sido defendida
enfáticamente desde la Secretaria de Comunicaciones y Transportes al parecer por que el caso de la casa blanca estaba por salir a la luz pública. Se proponen
pactos por la paz, se pronuncian decálogos incluyendo más reglamentos y
retoques institucionales que no van ni por asomo hacia el centro del problema,
que no hablan en lo más mínimo de una verdadera depuración del sistema, son en
pocas palabras una mano más de barniz sobre una madera totalmente podrida.
La solución por tanto debe de ser radical tal cual refiere el origen
etimológico de la palabra, es decir, no por encimita, sino erradicar el
problema, extraerlo de raíz. No se puede
esperar que las medidas de reestructuración del aparato estatal sean originadas
desde sus mismas cómplices instituciones. Propuestas tan básicas para el funcionamiento
de la democracia como el mapeo patrimonial y político de las altas esferas
gubernamentales (Buscaglia,
n.d.) o la simple y lógica aplicación de la ley, solo
pueden ser llevadas al poder a través de la institucionalización política del
movimiento social, venciendo su temor a “convertirse en aquello a lo que
combate”(Lorenzo
Meyer en Mesa política, MVS, 2014).
Para ello, a la par de movimientos sociales es fundamental el surgimiento
de Líderes que entiendan el problema de fondo, que sean capaces de recolectar y
concentrar todas esas gotas de agravios. Es complicado encausar toda esa
energía de disconformidad en un mismo proyecto, pero no hay opción, pese a la
ferviente y aguerrida oposición de quienes históricamente han generado y se han
beneficiado de este desastre y pese a su escuela de resignación y desesperanza. Ese adoctrinamiento que cunde profundo, ha producido extraños habitantes,
mas no ciudadanos, con miedo al cambio, con desconfianza a propuestas para el
funcionamiento básico de una república, que les son tan irreales que los lleva
no solo a descartar cualquier intento de proyecto alternativo y llamar
“zombies” a quienes han querido sumarse,
sino preferir seguir en las mismas nomas cambiándole el color.
Llegará el momento en que esa digna
rabia individual y de distinta intensidad, sea una digna rabia colectiva, una sola indignación ciudadana que será el
inicio del empoderamiento de las masas para la conformación de una verdadera república.
REFERENCIAS
Ackerman,
J. (2014, de diciembre de). John M. Ackerman. Retrieved December 17, 2014, from
http://www.proceso.com.mx/?author=37
Alcaraz, F. T. (1998). TV sin fronteras. Siglo XXI.
Buscaglia, E. (n.d.). La Paradoja Mexicana de la Delincuencia
Organizada. ¿Más policias...más violencia organizada y más corrupción? ¿Hasta
dónde? Instituto de acción ciudadana para la justicia y la democracia.
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http://www.institutodeaccionciudadana.org/centro-de-documentacion/
Dresser, D. Capitalismo de cuates. (2010).
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https://www.youtube.com/watch?v=M71LwctALXQ&feature=youtube_gdata_player
El Colegio de México-IFE. (2014). Informa país sobre la calidad de la
ciudadanía en México. Instituto Federal Electoral.
Goldman, F. (2014, December 4). Crisis in Mexico: Pena Nieto, and
Mexico’s Infrarrealistas. Retrieved December 17, 2014, from
http://www.newyorker.com/news/news-desk/mexicos-infrarrealista-revolution
Mesa política, MVS. (2014). Caso Iguala debe llevar a revolución de
conciencias; ¿cómo canalizar el descontento?.
OECD, & IDB. (2014). Panorama de las Administraciones Públicas.
Paris: Organisation for Economic Co-operation
and Development. Retrieved from
http://www.oecd-ilibrary.org/content/book/9789264211636-es
Para los mexicanos, Televisa es motivo de
orgullo: Peña. (2014). Retrieved from
https://www.youtube.com/watch?v=SJx-H1kBCsA&feature=youtube_gdata_player
Vargas Llosa y la dictadura perfecta. (2010). Retrieved from
https://www.youtube.com/watch?v=kPsVVWg-E38&feature=youtube_gdata_player
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